En los felices años 30, momento en el que el automóvil comenzaba a democratizarse, también empezaron a surgir ingeniosas ideas para hacer que las maniobras de estacionamiento -bastante complejas en la época dados las dimensiones y las pocas ayudas a la conducción– fuera una tarea asequible y rápida para todos los conductores.
Aparcar en California con este invento era «coser y cantar». Cuando el conductor encontraba un sitio lo suficientemente grande como para estacionar el vehículo, este sólo tenía que tirar de una palanca y una quinta rueda, acoplada a un mecanismo instalado en la parte trasera, elevaba el eje trasero unos centímetros y permitía al conductor moverse hacia el lateral deseado.
Este invento permitía estacionar de una forma sencilla y lograr realizar una maniobra rápida y sin peligros incluso en un espacio muy limitado.