Vivimos en una época en la que repentinamente los gobiernos han optado por demonizar los vehículos diésel tras vendérnoslos a bombo y platillo, existiendo una auténtica guerra abierta en las grandes ciudades de todo el mundo contra estos y contra todo lo que tenga ruedas y contamine.
Es por ello que a la población no le queda otra que empezar a asumir que el futuro de la movilidad pasa por las energías alternativas. Junto a los vehículos de cero emisiones parciales, los modelos eléctricos o los de pila de hidrógeno, son bastantes las opciones que se han propuesto para el futuro.
El problema es que la mayoría de ellas no terminan de ser viables a corto y medio plazo. Una de las apuestas que más ha sonado en los últimos años son los combustibles sintéticos con emisiones neutrales de carbono para permitir que el motor de combustión se quede con nosotros durante unos cuantos años más.
Mercedes-Benz es uno de los fabricantes a los que no terminan de convencer los eFuels.
El último en sumarse a la lista de compañías que potenciarán este tipo de combustibles es Porsche, que junto a Siemens Energy y una serie de compañías internacionales están desarrollando e implementando un proyecto piloto en Chile cuyos primeros resultados estarán listos el próximo año.
Se espera que en 2022 esté lista la primera planta integrada internacional capaz de producir combustibles sintéticos, también conocidos como eFuels. En la fase piloto, Porsche asegura que se producirán alrededor de 130.000 litros a partir de 2022, una cifra reducida, pero suficiente para las pruebas iniciales.
En las dos fases siguientes, la capacidad se incrementará a unos 55 millones de litros anuales para 2024 y alrededor de 550 millones de litros para 2026. Porsche será el principal cliente del combustible, aunque otros socios del proyecto son la energética AME, la petrolera chilena ENAP y la energética italiana Enel.
Los combustibles sintéticos nacen como una alternativa real a los problemas de limitación en la autonomía de las baterías actuales. Gracias a un novedoso proceso de manufactura que permite desarrollar dichos combustibles sintéticos sin elevados costes, los motores de combustión podrían volverse totalmente neutrales en sus emisiones de carbono.
Hablando en cifras -según datos de Bosch-, el resultado neto podría ser una reducción de 2,8 gigatoneladas de CO2 en Europa de cara a 2050 -cifra que representa tres veces las emisiones de Alemania en 2016-. Y lo mejor de todo es que los eFuels pueden utilizarse no solo para los automóviles.
Pensemos que los coches representan sólo una pequeña proporción de las emisiones de CO2 y, aunque todos ellos fueran eléctricos, los aviones, los barcos o los camiones seguirían usando gasolina o diésel. Lo más curioso de los eFuels es su método de fabricación, ya que este captura CO2 en lugar de liberarlo.
De esta forma, el propio gas de efecto invernadero se convierte en una materia prima que luego puede convertirse en gasolina, diésel o gas natural a través de procesos en los que contribuyen de forma notable la tecnología eléctrica y las energías renovables (es más, se pueden crear usando únicamente éstas).
Adicionalmente, estos combustibles pueden ser diseñados para quemar la mezcla sin generar hollín, lo que reduce los costes de tratamiento de los gases del escape. El primer paso es adquirir hidrógeno del agua para, posteriormente, añadir carbón para generar un combustible líquido.
Dicho carbón puede obtenerse o bien a través del reciclado del mismo en los procesos industriales o capturándolo del aire gracias a filtros especiales. Cuando combinamos el hidrógeno y el CO2 obtenemos el combustible sintético, que puede ser gasolina, diésel, gas e incluso queroseno.
De manera similar, el E85, un sustituto de la gasolina elaborado con un 85% de etanol a base de maíz, se ha promocionado en los Estados Unidos desde la década de 1990, con más de 100 modelos comercializados desde entonces, desde el Mercedes-Benz CLA 250 o el Chrysler 300 hasta el RAM 1500.