Patrocinado
Todas las etapas de la historia del automóvil han tenido algo en común: la carrera tecnológica hacia la rentabilidad y la eficiencia. En épocas pasadas, cuando el petróleo no era un problema y el consumo un simple dato, eran otros los motivos de competencia entre las marcas, tales como la potencia, el diseño, la durabilidad…
Sin embargo, en pleno 2018, con la obsesión por el consumo y la contaminación provocada por la Unión Europea y los temerosos usuarios, la búsqueda de nuevas fuentes de energía se ha convertido en el mayor desafío del transporte. Las marcas gastan millones en I+D, realizan planes estratégicos a corto, medio y largo plazo; adquieren las patentes potencialmente más beneficiosas…
Esto hace aparecer todas las alternativas a la gasolina y el diésel que conocemos hoy en día. Son la consecuencia de años de investigación porque, a día de hoy, ya se ha visto que el fabricante que no cuide su huella en el planeta estará fuera del panorama automovilístico en un futuro cercano, y buena prueba de ello es la guerra contra los vehículos diésel lleva meses y meses ocupando las portadas e informativos en toda Europa.
Vehículos híbridos, eléctricos, de pila de hidrógeno o de gas son la respuesta a las necesidades de un sector que en el fondo lo que busca es reducir el euro por kilómetro de su gama y tener así la ventaja competitiva que esto supone de cara a la administración pública (con “el jaleo este” de la contaminación) y al cliente final (consumo de combustible).
Pensemos que las normas anticontaminación son cada vez más estrictas en ciudades como Madrid y, a pesar de que las ventas de eléctricos no hacen otra cosa más que mejorar, todavía son muchos los cambios necesarios para que el parque móvil pueda ser 100% eléctrico. Como consecuencia, cada vez son más los usuarios que deciden adquirir un vehículo de los denominados alternativos, incluido el sector de las flotas.
Si bien los eléctricos puros no encajan en las necesidades y el presupuesto de una gran mayoría de empresas y particulares, los híbridos (microhíbridos, híbridos eléctricos e híbridos enchufables) parecen ser la alternativa intermedia más atractiva por consumos, eficiencia y coste. En España las matriculaciones de híbridos han aumentado considerablemente y los fabricantes están ofertando cada vez más modelos que se adaptan a los gustos del público.
En este sentido, si bien es Toyota la firma dominante con bastante holgura respecto al resto, otras como Hyundai y Kia han conseguido entrar con relativa fuerza, aunque a duras penas superan las 500 unidades mensuales. Como ya sabemos, Toyota es la impulsora de la tecnología híbrida eléctrica, y aquí un dato revelador: a la gente le gusta esto.
Toyota cerró el pasado ejercicio 2017 con unas 64.700 unidades vendidas en el mercado español. Con las casi 65.000 unidades Toyota tuvo un crecimiento del 11% frente a las 58.500 unidades que se vendieron en 2016. Del total de las ventas de Toyota en España en 2017, el 61% fueron modelos propulsados con tecnología híbrida, alcanzando así el objetivo anunciado para 2020 tres años antes.
En el caso de las compañías de renting, por ahora estas se muestra sensiblemente reticentes a la incorporación de vehículos híbridos eléctricos en sus flotas. Está claro que la incertidumbre de las últimas medidas políticas en contra del uso del diésel, las restricciones al tráfico para este tipo de vehículos y la pérdida de los beneficios fiscales para este combustible requieren un cambio de mentalidad.
Las empresas de renting y de gestión de flotas ya están empezando a tomar decisiones que minimicen los elevados costes que podrían lastrar el valor residual de las flotas de vehículos de alquiler equipados con un motor diésel, y en este sentido cobran gran relevancia los vehículos híbridos eléctricos como mejores alternativas en terreno urbano e interurbano.
Son la evolución lógica del sector automovilístico y ya hablamos en su día de las ventajas y desventajas de unos y otros para particulares y para empresas. Lo que está claro es que los cambios son perfectamente viables para las flotas de renting de turismos y SUV (por seguir con el ejemplo, en la gama de Toyota podemos disponer de un CH-R híbrido eléctrico, de un Yaris o de un Prius), pero las furgonetas están en clara desventaja.
En el caso de los vehículos comerciales el diésel no tiene competencia, y en un sector como el del renting y las flotas, la racionalidad y la competitividad son clave para lograr la mejor relación gasto-eficiencia-consumo, que es lo que en el fondo demanda el cliente. Además, hay que tener en cuenta que la huella ecológica no solo se mide en emisiones NOx, sino también en CO2, por lo que el tema a tratar debería de ser el uso de la energía fósil en general.
En conclusión, dada la actual confusión e incertidumbre futura en torno al diésel y la ausencia de políticas gubernamentales que impulsen las energías alternativas, los híbridos y los híbridos eléctricos se postulan en la actualidad como la opción más equilibrada, al menos a medio plazo.