Una nueva batalla comercial se acerca y Donald Trump es el principal culpable. Al parecer el 45º presidente de los Estados Unidos no es capaz de aceptar que fabricantes alemanes como BMW o Mercedes-Benz fabriquen sus vehículos fuera de Alemania y por eso quiere «contraatacar» con un golpe bajo. Aunque esta guerra comercial no solo afectará al sector automovilístico, ya que Trump también ha decidido establecer nuevas tarifas para el acero y aluminio que procede de la Unión Europea, México y Canadá.
Puede parecer una contradicción, dado que estos aranceles afectarían directamente a los principales socios comerciales de los Estados Unidos, pero no es ninguna broma. La UE ya ha amenazado con dar una respuesta a estas medidas respondiendo con nuevos aranceles, y el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, ya ha dado una advertencia: «Es puro y simple proteccionismo. Estados Unidos no nos deja otra opción que proceder a presentar el caso ante la Organización Mundial de Comercio e imponer más aranceles a una serie de importaciones de Estados Unidos«.
La industria automovilística sería una de las más perjudicadas, ya que las tarifas impuestas a las importaciones de vehículos y sus componentes podrían ascender hasta un 25%. Durante el 2017 los fabricantes de automóviles de la Unión Europea importaron 1,2 millones de vehículos a los Estados Unidos valorados en 43.000 millones de euros, con marcas como Audi, Porsche, BMW y Mercedes-Benz a la cabeza de la lista.
El veto de Trump iría dirigido directamente al grupo Daimler, y es que según la revista alemana Wirtschaftswoche el presidente estadounidense en conversaciones con Emmanuel Macron habría mostrado su interés por bloquear a los fabricantes alemanes de coches de lujo. Según el mismo diario alemán afirma «Trump dijo que mantendría su política comercial hasta que no hubiera modelos Mercedes en la Quinta Avenida en Nueva York«.
Mercedes-Benz y BMW disponen de varias factorías en los Estados Unidos, mientras que Audi y Porsche no corren la misma suerte, por lo que serían afectados duramente por estos nuevos aranceles. Y es que solo un 56% de los coches que se compran en los Estados Unidos han sido fabricados en el mismo país, y esta cifra no hace más que descender en los últimos años. Por otra parte, General Motors o Ford también sufrirían las consecuencias ya que su producción se extiende a países como México donde la mano de obra es más asequible.