A lo largo de la historia del automovilismo los fabricantes desarrollado y experimentado con todo tipo de sistemas, mecánicas e inventos de lo más locos que en un inicio parecían toda una gran revolución de cara al futuro. Sin embargo, y por desgracia, la mayoría de estos inventos se quedaron por el camino del éxito, y si llegan a la línea de producción el tiempo los ha acabado poniendo en su sitio como consecuencia de sus grandes desventajas o alto precio.
Es el caso por ejemplo del popular motor rotativo de Mazda, las carrocerías modulares, el motor de turbina, las puertas de alas de gaviota, los coches que vuelan o la suspensión que desarrolló Bose -el prestigioso fabricante de equipos de sonido de alta fidelidad-. Todos ellos fueron vistos en el inicio como todo un logro de la ingeniería pero poco a poco quedaron relegados como curiosidades que hoy vamos a analizar aquí una a una. ¿Qué les caracterizaba? y lo más importante… ¿Por qué nunca llegaron a trifunfar?
El motor de turbina
Chrysler y su motor de turbina vio la luz por primera vez en el Salón de Nueva York de 1964, se presentó al mundo como una solución fiable y eficaz para todas las familias americanas en forma del Chrysler Turbine. Fueron testados y probados a lo largo de todo el país por Chrysler y aunque pueda parecer un sistema extremadamente complejo apenas dieron problemas mecánicos ni de fiabilidad, a pesar de que esa turbina tuviera un régimen de ralentí de 22.000 rpm, lo que generaba una cantidad de calor enorme.
En su interior los componentes estaban preparados para resistir a temperaturas de hasta 950ºC, pero sin embargo, el sistema era muy seguro para la época. En 1967 los motores de turbina llegaron a su fin, dadas las primeras leyes que regulaban la contaminación llamadas «Clean Air Act«, y puesto que Chrysler no pudo cumplir esa regulación tuvo que decir adiós a su popular invento.
Suspensión Bose
Aunque todos conocemos la compañía Bose por sus equipos de sonido de alta calidad también han trabajado en grandes avances en campos tan diversos como la acústica, la aviación, la defensa, la física nuclear, etc. Este proyecto secreto (Project Sound) desarrollado hace 24 años tenía en mente un sistema automático de suspensión revolucionaria que ofrecía una sensación similar a los viajes en alfombra mágica gracias al uso del electromagnetismo.
Su invento revolucionario fue un sistema automático de suspensión revolucionaria que parecía una quimera cuando comenzó y que hoy en día lo sigue siendo por los elevadísimos costes de construcción y desarrollo en masa. Su funcionamiento es simple, los motores montados en cada rueda reciben información de los sensores en todo el vehículo y reaccionan a los golpes y baches de forma instantánea, empujando la rueda hacia abajo en baches, manteniendo el nivel del coche. Cuando la rueda sube de nuevo a la altura normal, la suspensión recupera casi toda la energía gastada.
Frenos de cohete
Puede parecer una locura, pero sí, los frenos de cohete o ‘Rocket Brakes‘ fueron una realidad en los años 50 en los Estados Unidos, aunque su alto coste y peligrosidad hicieron que nunca llegará a triunfar. Este singular invento fue desarrollado por Allegany Ballistics Laboratory, un centro de investigación militar que realizó diversos experimentos con este sistema cuyo objetivo era detener el vehículo de forma casi instantánea en una frenada de emergencia.
Su simplicidad era una de las ventajas -o desventajas- dado que todo se basaba en dos cohetes situados en sentido contrario a la marcha del vehículo con una ligera inclinación hacia el asfalto. Su funcionamiento se activaría cuando hundiéramos el pie en el freno en caso de una frenada especialmente fuerte para reducir al máximo la distancia de frenado. Y aunque parezca sacado de alguna película de Hollywood con no demasiado presupuesto tuvo sus fans en aquella época, donde los elementos de seguridad activa y pasiva en un vehículo apenas habían hecho acto de presencia.
Su objetivo era el de reducir la distancia de frenado a la mitad, el prototipo utilizado para estos singulares experimentos se montó sobre un Jeep Willys que consiguió frenar desde los 96 km/h en solo 18 metros. Sin embargo su coste de fabricación no era precisamente barato y la instalación de un depósito de líquido inflamable en el motor no era tampoco una gran idea, por ello finalmente desapareció.
Coche de vapor
El coche de vapor apareció en los primeros años donde la industria de la automoción empezó a crecer considerablemente a principios del siglo XX. Eran vehículos limpios e incluso rápidos para la época pero con el paso de los años su producción acabó desapareciendo. En los inicios estos vehículos de vapor fueron producidos por compañías estadounidenses como Stanley y White, y la principal ventaja frente a los de combustión interna era su simplicidad, ya que no requerían de transmisión, embrague o engranajes.
Eran muy fáciles de manejar y entre sus principales características destaca que producían toda su energía aún estando parados, eran silenciosos y encima funcionaban con pocas piezas móviles. Sin embargo su peso fue un gran lastre, ya que pesaban entre dos y tres toneladas y los modelos más antiguos necesitan de grandes calderas y tanques de agua para funcionar.
Aunque se introdujeron algunas mejoras con el paso de los años para solucionar estos problemas sus desventajas eran mayores que las ventajas, y por ejemplo su arranque era todo una proeza que debía hacerse con una manivela manual y en caso de petardeo podríamos acabar con un brazo roto…
El Tucker Torpedo
Preston Tucker nació en 1903 en Michigan (Estados Unidos) y consiguió revolucionar el mundo del automóvil presentando en 1940 un coche llamado Tucker Sedan. Solo se fabricaron 51 unidades ya que por diferentes acusaciones de la prensa y una dura batalla legal acabarían muriendo de éxito. Y es que este vehículo apodado como el Torpedo Tucker prometía una serie de innovaciones increíbles para aquella época, como un motor trasero de seis cilindros, mejoras de seguridad nunca vistas para la época o frenos de disco entre otros.
La expectación creada fue tal que todo el mundo quería hacerse con uno de estos coches, y antes de su presentación todo el mundo conocía a fondo los detalles del modelo en cuestión. El interés por el Tucker podría compararse al de hoy en día con la compañía de vehículos eléctricos Tesla, y no fueron capaces de manejar semejante nivel de éxito (algo que casualmente está ocurriendo ahora con el Model 3 de Tesla). Pese a que aseguraron su continuidad recaudando fondos de sobra cometieron un grave error, el de comenzar a vender accesorios para el vehículo antes de que saliera al mercado.
De este modo la gente comenzó a hablar aún más del Tucker, un vehículo que prometía grandes innovaciones pero que nunca había sido visto, y pese a que hicieron una gira a lo largo del país la prensa comenzó a rumorear y la fiscalía abrió una investigación a la empresa de Preston Tucker por vender accesorios de un coche no existía. Y aunque al final se retiraron todos los cargos, esta mala publicidad acabó hundiendo a la compañía y los 51 modelos construidos quedaron como una joya de coleccionista con una singular historia a sus espaldas.
El Tucker! Lo conocí por una película que sacaron. Interesante.