Ayer los británicos tenían la complicada misión de decidir mediante referendum la permanencia o salida del Reino Unido en la Unión Europa y esta mañana finalmente hemos conocido el resultado a favor de su separación con el conjunto de países europeos con un 51,9% de los votos.
Más allá de la recesión económica que se avecina para la mayoría de los mercados de la UE (algo que ya se ha visto esta mañana con las muchas caídas en bolsa), el sector del automóvil también sufrirá bastante, si bien es justo decir que entre Reino Unido y la UE todavía quedan muchas cosas que negociar que podrían suavizar las consecuencias.
Un aspecto «tonto» pero al que hasta ahora no se le daba importancia es el carné de conducir. Salvo que España y Reino Unido alcancen un acuerdo (creemos que ocurrirá), para poder conducir por las islas será necesario sacar el permiso de conducir internacional. No es algo complicado pero te obliga a su renovación cada año y eso sí es un engorro.
En lo relativo a las ventas y producción de automóviles, todo dependerá del acuerdo que alcancen las dos partes afectadas (UK y UE). En principio no pertenecer al conjunto de la Unión Europea provoca una tasa impositiva o arancel del 10% para la exportación y un 4% para todos los componentes, elevando con ello el precio final a los consumidores.
¿Qué marcas fabrican en el Reino Unido? En la actualidad son bastantes los fabricantes que tienen alguna planta en suelo británico aunque de gran volumen son Toyota, Honda, MINI, Nissan y Vauxhall. Otras como Bentley, Lotus, Morgan, Rolls Royce o la pequeña Caterham no deberían verse afectados por el Brexit dado que el factor precio no tiene especial relevancia en sus clientes.
¿Y Jaguar-Land Rover? Pues aquí la cosa se complica dado que no tienen un volumen pequeño ni tampoco demasiado elevado. Su ofensiva de producto estaba marcando excelentes datos en los últimos meses y se había conseguido mejorar la cuota en Europa pero con una subida en los precios quizás ciertos productos de éxito como los XE o Discovery Sport podrían perder competitividad.
Esto mismo es extensible a aquellos marcas que venden automóviles en el Reino Unido y que deberán realizar pequeños ajustes para que la nueva situación no eleve los precios. SEAT por ejemplo depende bastante de los británicos, siendo el tercer mercado por volumen para la empresa española y con la nueva situación la demanda se verá fuertemente afectada. No por impuestos o aranceles sino por la situación de incertidumbre que se vivirá en los próximos dos años hasta que finalice el proceso de salida y que lógicamente lastrará las matriculaciones negativamente.
Y como SEAT, hay muchas otras marcas que dependen mucho del mercado británico o de sus plantas. Mismamente la planta de Nissan en Barcelona mantiene una relación constante con las de Reino Unido para el envío y recepción de piezas. ¿Afectará también al precio de todo un líder como el Nissan Qashqai? Posiblemente sí salvo que la marca asuma ese coste extra. ¿Y el Infiniti Q30? Será otro gran perjudicado.
Lo único favorable en toda esta situación, si es que lo podemos definir así, es que quizás algunos de los nuevos vehículos que deberían renovarse o ser sustituidos a corto y medio plazo de fabricación británica puedan terminar llegando a otras plantas de la Unión Europea para mantener la competitividad. Siendo así, España suele ser siempre una opción interesante por la alta calidad del proceso productivo.
En cualquier caso por ahora no podemos confirmar nada. Quedan muchas horas de negociación y dos años por delante en los que podría pasar de todo… e incluso llegar a acuerdos tan cercanos a los actuales que lo único que cambiará el estar dentro o fuera será la posibilidad de veto en algunas decisiones y la libre circulación de personas, dejando el aspecto económico casi al mismo nivel pero sin las obligaciones actuales.
Miquel Ramentol