En 1993, un selecto grupo de clientes de Aston Martin comenzó a recibir un nuevo y majestuoso modelo que era nada menos que el automóvil de producción más potente jamás creado por la marca británica y un verdadero superdeportivo de su época, me refiero al Aston Martin V8 Vantage V550.
El V8 Vantage V550 había sido presentado un año antes en el Salón del Automóvil Británico de 1992 y, cuando las unidades de producción estuvieron listas para ser entregadas a finales de 1993, el modelo ya había comenzado a adquirir un estatus casi mítico. Las críticas favorables en los medios de comunicación automovilísticos, incluida la primera prueba en carretera de Jeremy Clarkson para The Sunday Times, habían creado un frenesí mayúsculo sobre el nuevo coche.
Con una potencia máxima de 507 CV y 746 Nm de par disponibles a solo 4000 rpm, el V550 ofrecía más de 200 CV que su predecesor, el Virage. Todo lo conseguían prácticamente casi con el mismo motor de gasolina V8 de 5.340 cc. ¿La diferencia clave? La introducción en la ecuación de sobrealimentadores Eaton M90, cada uno alimentado su propio banco de cilindros.
Aunque el V550 tenía un peso de 1.990 kg, también era tremendamente rápido. La aceleración de 0 a 100 km/h su cubría en 4,6 segundos, mientras que la velocidad máxima era de unos 300 km/h. Esa monstruosa potencia llegaba a las ruedas traseras a través de una caja de cambios manual de seis velocidades, con un diferencial mecánico de deslizamiento limitado que ofrecía algo de «moderación» dinámica.
Este coupé 2+2 de dos puertas medía 4.745 mm de morro a cola y 1.944 mm de ancho, con una distancia entre ejes de 2.610 mm. Es un automóvil grande para los estándares de la época, y aún más grande para los estándares de un superdeportivo pero esto, no importaba.
Diseñado por los diseñadores Ken Greely y John Heffernan, el V8 Vantage V550 adopta el enfoque de lujo de «más es más» con características como nada menos que seis faros colocados en dos bancos de tres unidades y colocados detrás de una cúpula curva de vidrio calefactable. Si bien a primera vista, el automóvil se parece en algunos aspectos al Virage, en realidad solo se conservaron algunos de los paneles de aluminio.
Los frenos debían estar a la altura para frenar alrededor de dos toneladas de un deportivo que podía rodar a 300 km/h. Con ese fin, el V550 montaba con los que, por aquel entonces, eran los frenos más grandes disponibles en cualquier automóvil de producción del mundo. Los discos ventilados en su conjunto medían 362 mm delante, con pinzas AP de cuatro pistones, mientras que detrás contaba con unos discos de 310 mm. Afortunadamente, el ABS de cuatro vías de Bosch formaba parte del equipamiento de serie. En el interior de los cuatro pasos de rueda ensanchados se montaban unas llantas de aleación de 18 pulgadas y seis radios calzadas con gomas en dimensiones 284/45.
En el interior, el V550 era una celebración del automovilismo y el lujo británico. Las alfombrillas Wilton, la piel Connolly y un exceso de nogal no dejaban que el conductor o los pasajeros no se sintieran en un ambiente lujoso.
El volante de cuatro radios contenía un airbag (una novedad en Aston Martin por aquel entonces) y los dos asientos delanteros contaban con controles y ajustes eléctricos montados en los refuerzos interiores.
El V550 rápidamente llegó a representar el pináculo de los deportivos británicos a pesar de su precio de alrededor de £177,000 en el momento de su lanzamiento lanzamiento, equivalente a aproximadamente £440,000 en la actualidad -unos 505.705 euros al cambio actual-. Si bien la producción se desarrolló entre 1993 y 1999, sólo se construyeron 239 unidades del V8 Vantage V550, lo que los hace enormemente raros y cotizados.
¿Cómo ves esta bestia británica?
Galería Aston Martin V8 Vantage V550
Fuente | Aston Martin