Hay mucho que decir al respecto de las emisiones y todos los modelos que se ofrecen en el mercado presentan una brecha entre las emisiones de CO2 que los fabricantes anuncian y las que finalmente sus vehículos emiten cuando son sometidos a una conducción real y no a la de laboratorio en la que se basa el actual sistema de medición del que nos quejamos siempre que sale este tema.
Hoy os vamos a hablar de cómo nos afecta esto al bolsillo (sí, porque aunque no lo creáis, esto nos toca al bolsillo). La brecha entre las emisiones oficiales de CO2 de vehículos y las emisiones de CO2 de la conducción real han aumentado de un 8% en 2001 al 38% en 2014 respecto a las emisiones de CO2 de las pruebas de laboratorio.
Esto se traduce en gastos adicionales de combustible del orden de 450 € al año para un consumidor medio (Unos 15.000 km al año). Dado que los sistemas fiscales y programas de incentivos para la compra y baja de viejos modelos se basan como norma general en los valores oficiales de CO2, la brecha también puede representar importantes pérdidas de ingresos a las arcas del estado que deberán de buscar fondos de otras formas.
La tendencia en 2015 sigue siendo estando al alza y pese a que el CO2 no afecta directamente a la salud, sí que se trata de una de las emisiones de efecto invernadero que afecta al cambio climático.
No es fácil definir lo que amparamos bajo el término de la “conducción del mundo real”. Ninguno de nosotros conseguiremos el mismo consumo en el mismo trayecto. No sólo cada uno conduce de una forma diferente sino que a la conducción le afectan situaciones como la congestión de la vía, el estado de la misma, la climatología, etc…
Pese a esto, cuando nos centramos en un conjunto poblacional o en un modelo en concreto obtendremos una media gracias a las tendencias generales y lo preocupante es que incluso teniendo este macro dato en consideración, las cifras de las emisiones de CO2 aumentan cada año. El crecimiento de la brecha no puede explicarse sobre la base del comportamiento del conductor.
Los consumidores saben que los valores oficiales no son realistas, sin embargo, lo aceptan como algo normal, algo que es peligroso ya que se necesita un proceso de pruebas para producir valores de emisiones de CO2 comparables y representativos de la conducción del mundo real.
Además del conocimiento sobre la brecha de las emisiones, los compradores de automóviles se muestran escépticos sobre las cifras de consumo de combustible de los fabricantes.
Aunque los valores oficiales de CO2 han fijado una meta de 95 g/km para los turismos nuevos que se matriculen en 2020 y los estados miembros adoptarán políticas más restrictivas sobre el CO2, lo cierto es que esto no es suficiente.
En un estudio conjunto con Element Energy for the Committee on Climate Change, The International Council on Clean Transportation se ha encontrado con unos fabricantes de automóviles que tienen ciertas «flexibilidades» en el procedimiento de prueba y esto aumenta la brecha.
El análisis también muestra que la introducción de un Procedimiento Mundial Armonizado de Prueba (WLTP) como el que se implementará en la UE en 2017, traerá algunas mejoras, pero no resolverá por si solo el problema de los valores de CO2. Son necesarias medidas adicionales, tales como las pruebas de conformidad en uso. Estas pruebas son ya una práctica habitual en los EE.UU. y podrían ayudar a reducir la brecha existente entre los valores oficiales de CO2 en el mundo real y los de laboratorio.
La Cumbre del Clima de París ha sido un éxito aparente, más de 200 países del mundo se han puesto de acuerdo para atajar el calentamiento y reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Mientras cada estado va pensado en qué acciones hay que poner en marcha para cumplir con sus deberes, nosotros podemos comenzar a hacer algo positivo estas navidades. Para ello te proponemos que respondas al siguiente cuestionario. Te llevará sólo un par de minutos. ¡Adelante! … http://goo.gl/T2Yt0G