Las emisiones de dióxido de carbono (CO2) tienen dos orígenes, naturales y antropogénicas, siendo estas últimas las que más problemas causan por estar asociadas por completo a la actividad humana que aumenta con el paso de los años.
El pleno del Parlamento Europeo aprobó a principios de esta semana una nueva norma que obliga a los fabricantes de automóviles a reducir las emisiones de CO2 de los vehículos que fabriquen desde los 130 g/km previstos para el año 2015 hasta los 95 g/km para el 2020.
La nueva normativa no descarta la posibilidad de futuras reducciones adicionales después de 2020. Las nuevas mediciones de emisiones de dióxido de carbono deberán reflejar mejor el nivel de emisiones y emular las condiciones reales de tráfico y conducción para convertirse de esta manera en una referencia fiable por autoridades controladoras y usuarios.
¿Y los superdeportivos? No pasa nada, todo está pensado y los fabricantes que produzcan menos de 1.000 coches anuales estarán exentos de cumplir con dicha norma con la que la UE pretende reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Ya bueno ¿Y los fabricantes de deportivos que pasen esa cifra de producción? Tranquilos, también está pensado y si las emisiones de los modelos más deportivos exceden estos límites legales podrán ser compensadas con las que no emitan otros modelos. Supongo que ahora comprenderéis lo de las gamas eléctricas de algunas marcas, ¿no?
De no cumplir con estos mínimos, los fabricantes podrán ser sancionados de forma severa.
El objetivo de la norma pretende ahorrar 50 millones de toneladas de emisiones de CO2 por año.
Ahora tenemos que ver si el coste de la innovación es socialmente aceptable y económicamente viable, tanto para los consumidores como para los fabricantes…