En una escueta nota de prensa, la emblemática marca sueca Saab Automobile, anuncia que se declara en bancarrota ante el Tribunal del distrito de Vänersborg, Suecia. Hecho que se venía barruntando durante los últimos meses tras la paralización de sus líneas de ensamblaje y su suspensión en bolsa.
La última estocada fue dada por parte de General Motors, su anterior propietario. El hecho de mantener aún licencias sobre productos de Saab le permitió vetar la adquisición de la marca sueca por nuevos inversores chinos para que su tecnología no fuera vendida en el país asiático, haciendo competencia con el propio gigante norteamericano.
De haberse efectuado la venta prevista por 100 millones de euros, los compradores chinos Youngman y Pang Da pretendían ejecutar un plan de expansión con una inversión de 610 millones, una fabricación anual de 200.000 vehículos en 2016 y una amplia estructura en China, donde abriría una nueva fábrica y su mercado interno sería el destino de un tercio de la producción.
Su dirección aún se aferra a un clavo ardiendo esperando que aparezca algún inversor, pero es muy difícil que se obre el milagro. Además, su matriz holandesa SWAN (Swedish Automobile) no seguiría apoyando a Saab en el futuro si saliera adelante y apoya la petición de bancarrota. Según la misma, los bienes de la marca están valorados en 3.000 millones de coronas (casi 334 millones de euros), aunque su deuda es menor de la mitad.
Como consecuencia, 1.600 puestos de trabajo en su planta sueca, y 10.000 si contamos los indirectos, quedan pendientes de un futuro incierto. En breves fechas se dará una sentencia a la solicitud de bancarrota.
Fuentes: Saab, Expansión y Cinco Días
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