Era un secreto a voces, pero no ha sido hasta esta semana cuando la Amaury Sport Organisation (ASO), organizadora de la competición, lo ha anunciado oficialmente. En su lucha por sobrevivir, una de las carreras más duras del mundo ha decidido cambiar de aires y dejar atrás las protestas de ecologistas, los altibajos económicos y las peligrosas multitudes para dar la bienvenida a desigualdades sexistas, escenarios plagados de dunas y problemas internacionales.
Es pronto para saber si será un cambio beneficioso, pero desde la ASO lo han pintado muy bonito señalando que «después de 30 años viajando y descubriendo África y 10 años maravillados por los paisajes de América del Sur, el mayor raid del mundo escribirá un nuevo capítulo en los misteriosos y profundos desiertos de Oriente Medio, en Arabia Saudí«.
Aunque no será hasta el próximo jueves 25 de abril cuando descubramos todos los detalles de la competición, son conocidas por todos las razones del traslado. Tal y como señalan diversas fuentes, Arabia Saudí pondrá sobre la mesa el doble del presupuesto que ponía Perú, es decir, nada menos que 15 millones de euros anuales para acoger el Dakar durante al menos los próximos cinco años.
El evento de presentación tendrá lugar en en Al Qiqqiya, una ciudad cerca de la capital saudí, Riad. A partir de 2021 se podrían ir sumando otros países limítrofes, como Omán o Yemen.
Desde hace años, el Dakar ha ido perdiendo fuelle en Europa y, cuando parecía que empezaba a remontar el vuelo gracias a los grandes esfuerzos mediáticos de los países sudamericanos, nos encontramos con un nuevo traslado. Y no un cambio de localización cualquiera, sino uno que representa un tremendo reto a nivel logístico y mediático. Esperemos que al menos se confirmen los rumores y Fernando Alonso se atreva con el Dakar en esta edición…