El futuro de las baterías estará marcado por la evolución de las mismas y por la llegada al mercado de las esperada tecnología de baterías de estado sólido.
En la mayoría de vehículos híbridos del mercado las baterías que se emplean son las de hidruro de níquel (NiMH) y las de Litio. A pesar de que el hidruro de níquel es un poco anticuado -respecto al litio- es más asequible y bastante fiable. El problema tanto de las baterías de NiMH como las de Li-ion es que tienen una densidad de potencia limitada -por eso se necesitan gigantescos y pesados paquetes de baterías para ofrecer autonomías interesantes-, tienen una vida útil razonablemente corta y pueden incendiarse con facilidad en caso de ser dañadas o cargadas incorrectamente.
Todos estos inconvenientes podrían ser cosa del pasado en un futuro no muy lejano si los dispositivos se trasladan a tecnologías de baterías de estado sólido. A menudo se ha tratado a la batería de estado sólido como el Santo Grial de las baterías y es que es el objetivo número uno si queremos que la electrificación llegue a buen puerto.
La tecnología de batería de estado sólido no es una idea nueva en absoluto. A pesar de esto, estas baterías no se usan debido a que los materiales de construcción, la seguridad del diseño, los costes de fabricación y las técnicas de producción están obstaculizando notablemente su puesta en marcha y comercialización.
Las baterías de estado sólido cuentan con un diseño muy interesante y cuentan con un mayor potencial para almacenar más energía con una mayor seguridad. Cuando se puedan producir en cantidades industriales y se puedan comercializar a un precio interesante para el público general, las baterías de estado sólido revolucionarían los vehículos eléctricos (EV) aumentando efectivamente la autonomía y disminuyendo significativamente el volumen y el peso de los paquetes de baterías.
A pesar de que sobre el papel parecen una maravilla y la solución a todos nuestros problemas, las baterías de estado sólido pueden fallar después de la repetición continua de los ciclos de carga y descarga.
Hoy Nissan ha presentado su prototipo para la producción de baterías laminadas de estado sólido, que la compañía pretende lanzar al mercado en 2028.
Nissan pretende lanzar un vehículo eléctrico con baterías de estado sólido desarrolladas internamente de cara al ejercicio fiscal 2028. Tiene previsto establecer una línea de producción piloto en su planta de Yokohama durante el ejercicio fiscal 2024, en la que se estudiarán los materiales, el diseño y los procesos de fabricación para la producción de prototipos en la línea.
Nissan cree que las baterías de estado sólido pueden reducirse a 75 dólares por kWh durante el ejercicio fiscal 2028 y a 65 dólares por kWh a partir de entonces, situando los vehículos eléctricos prácticamente al mismo nivel de coste que los vehículos de gasolina -recuerda que el objetivo es de unos 50 dólares el kWh-. Si Nissan logra alcanzar esto, podríamos disponer de baterías de 70 kWh por unos 4550 dólares, una cifra muy interesante y muy por debajo de los actuales precios.
Se espera que las baterías de estado sólido sean una tecnología que cambie las reglas del juego para acelerar la popularidad de los vehículos eléctricos. Tienen una densidad de energía que duplica aproximadamente la de las baterías de iones de litio convencionales, un tiempo de carga significativamente menor gracias a un rendimiento superior de carga/descarga, y un coste menor gracias a la posibilidad de utilizar materiales más baratos. Con estas ventajas, Nissan espera utilizar las baterías de estado sólido en una amplia gama de segmentos de vehículos, haciendo que sus vehículos eléctricos sean más competitivos.
Fuente | Nissan