Los centros autorizados de tratamiento continúan gestionando miles de vehículos afectados por la DANA y la riada que arrasó Valencia en octubre de 2024. Un año después, la carga de trabajo sigue siendo extraordinaria, pero el compromiso del sector permanece intacto.
Una riada histórica que desbordó al sector del automóvil
El 29 de octubre de 2024, la DANA que golpeó con fuerza la provincia de Valencia dejó tras de sí un panorama desolador: barrios inundados, talleres colapsados y más de 25.000 vehículos declarados siniestro total solo en la Comunidad Valenciana.
En cuestión de días, los centros autorizados de tratamiento (CATs) recibieron un aluvión de coches que equivalía a varios meses de trabajo ordinario. Aquella avalancha marcó el inicio de una carrera de fondo que, más de un año después, todavía no ha terminado.
Un año de trabajo ininterrumpido
Desde los primeros días tras la tormenta, los desguaces s no han parado ni un solo momento. Durante más de doce meses han trabajado al límite de su capacidad para descontaminar, desmantelar y reciclar los vehículos afectados.
A día de hoy, aún quedan unidades pendientes de tratamiento, no por falta de voluntad o abandono, sino por la magnitud y la complejidad del proceso.
“Gestionar un coche inundado no es tan simple como almacenarlo o prensarlo. Cada unidad necesita un tratamiento ambiental, sobre todo cuando hay contaminación por barro o agua salada”, explica Pablo Núñez, responsable de Desguaces Pablo e Hijos y colaborador de RO-DES (Red Operativa de Desguaces Españoles).
Capacidad al máximo: un esfuerzo diario y sostenido
El sector del desguace trabaja todo el año a un ritmo alto, tratando vehículos procedentes de siniestros, averías o bajas voluntarias. Sin embargo, la DANA de 2024 multiplicó el volumen de entrada de coches en apenas unos días, forzando a los centros a funcionar al máximo de su capacidad durante más de un año consecutivo.
“No se trata de falta de organización ni de interés. La DANA nos obligó a gestionar en semanas lo que normalmente tratamos en varios meses, y seguimos sin haber recuperado todavía el ritmo habitual”, señala Esteban Alabajos, director de RO-DES.
El factor burocrático: aseguradoras y tiempos administrativos
Buena parte de los retrasos en la finalización del proceso de reciclaje se debe a la burocracia de las aseguradoras. Muchos coches afectados permanecieron meses en los CATs a la espera de que las compañías completaran sus peritaciones y autorizaciones de baja.
Durante ese tiempo, los desguaces han debido almacenar y custodiar miles de vehículos con todas las garantías ambientales, evitando fugas, vertidos o contaminación, lo que ha limitado su capacidad para recibir nuevas unidades.
Economía circular y compromiso ambiental
A pesar del volumen y las dificultades, los desguaces han mantenido su compromiso con la Directiva 2000/53/CE, que obliga a reutilizar o reciclar el 95 % del peso de cada vehículo.
Gracias a su labor, se han recuperado miles de piezas reutilizables —motores, puertas, transmisiones y más— que han vuelto al mercado de segunda mano, impulsando la economía circular y reduciendo la necesidad de fabricar nuevos componentes.
Esta catástrofe es una lección para el futuro
El episodio de 2024 puso de manifiesto la necesidad de protocolos de emergencia ambiental adaptados a fenómenos climáticos extremos, que cada vez son más frecuentes.
Los expertos del sector reclaman mejor coordinación entre aseguradoras, administraciones y centros de tratamiento, y proponen medidas como:
- Protocolos rápidos de retirada y transporte de vehículos siniestrados.
- Digitalización completa de los expedientes de baja.
- Incentivos para redistribuir vehículos entre CATs con más capacidad.
- Transparencia pública en el seguimiento del reciclaje post-catástrofe.