En una jugada estratégica que redefine el comercio transatlántico, Estados Unidos y la Unión Europea alcanzaron este domingo un acuerdo comercial que impone un arancel del 15% sobre la mayoría de los bienes europeos.
El anuncio, realizado en el resort escocés de Donald Trump tras una reunión de una hora entre el presidente estadounidense y la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula Von der Leyen, ha evitado por ahora una escalada hacia una guerra comercial que amenazaba con impactar a casi un tercio del comercio mundial.
La imposición de un arancel del 15%, aunque significativa, representa una concesión frente al 30% que había sido previamente anunciado por la Casa Blanca.
Ahora todos son amigos…
Este nuevo marco, que sigue la línea del acuerdo firmado con Japón una semana antes, llega acompañado de compromisos de inversión europeos que superan los 600 mil millones de dólares en territorio estadounidense, así como un fuerte incremento en las compras europeas de energía y material de defensa estadounidense. Trump, visiblemente satisfecho, calificó el acuerdo como “el más grande de la historia”, mientras que Von der Leyen lo definió como “el mejor acuerdo posible dadas las circunstancias”.
Aunque los detalles aún están sujetos a nuevas negociaciones, el acuerdo establece una nueva lógica comercial entre los dos bloques, con implicaciones significativas para sectores estratégicos como la energía, la industria automovilística, la defensa, el sector farmacéutico y la tecnología.
Como no podía ser de otra forma, el mercado reaccionó con un optimismo moderado, con una leve apreciación del euro frente al dólar, la libra esterlina y el yen apenas una hora después del anuncio.
La respuesta política en Europa fue mixta. El canciller alemán Friedrich Merz celebró el acuerdo como una medida que protege a la industria exportadora alemana, especialmente el sector automovilístico, duramente castigado por los aranceles actuales del 27,5% en Estados Unidos. Sin embargo, voces críticas como la del eurodiputado socialdemócrata Bernd Lange advirtieron que los términos son desiguales y que la masiva inversión de la UE en EE.UU. podría perjudicar el desarrollo interno del bloque.
La estructura del acuerdo ha sido calificada por analistas como un marco político más que un tratado técnico definitivo.
Un arancel desigual según los sectores
Aunque se confirmó que algunos sectores estarán exentos del nuevo arancel —como aeronaves, medicamentos genéricos, ciertos productos agrícolas y materiales críticos—, otros, como el acero y el aluminio, continuarán bajo un arancel del 50%, aunque las partes podrían renegociar esa medida en el futuro.
Desde Washington, altos funcionarios señalaron que la UE también aceptó reducir barreras no arancelarias para productos agrícolas y automóviles, aunque Bruselas fue más cautelosa, indicando que aún se discuten los detalles técnicos de esas medidas.
Aún queda mucho por conocer y aplicar
Si bien el acuerdo representa una victoria simbólica para la Casa Blanca, que lo usará como argumento central en su narrativa de reestructuración económica global, todavía hay muchas incógnitas en el aire. No se ha definido un calendario para futuras reducciones arancelarias, ni se ha establecido una hoja de ruta clara para la resolución de los sectores aún en disputa, como los licores y el lujo.