Frustración. Eso es lo que debe sentir Fernando Alonso y su entorno en Ferrari, porque después de realizar una gran carrera han visto como Vettel era inalcanzable. La clasificación del sábado estuvo teñida de cierta polémica por las palabras que el piloto español dedicó a sus mecánicos a través de la radio. Aun así, el resultado, quinto, estuvo dentro de lo previsible y de lo que se corresponde con el rendimiento del monoplaza.
Por delante, Vettel sumaba una nueva pole position con todos sus rivales en posiciones alejadas. Alonso en el mencionado quinto puesto mientras que tanto Raikkonen como Hamilton no lograron siquiera entrar en Q3. Todo un presagio de lo que sería la carrera del domingo: un paseo.
La carrera ha sido de esas que hacen que la gente deje de ver la F1, para qué vamos a engañarnos. Con ver la salida y las primeras tres vueltas ya se sabía cómo acabaría la cosa (salvo sorpresa mayúscula, del tipo accidente o avería). Tanto Massa como Alonso han adelantado en poco tiempo dos posiciones colocándose segundo y tercero respectivamente, en detrimento de Hulkenberg y Webber.
El piloto asturiano ha rebasado sin problemas al brasileño (recordemos que ya se permiten órdenes de equipo) y en adelante no ha habido mayor historia. Vettel se ha adjudicado la trigésimo segunda victoria de su carrera, empatando precisamente en este apartado con Fernando Alonso. Webber les ha acompañado en el podio.
El campeonato se va resolviendo y mientras en Ferrari se tiran de los pelos en busca de un revulsivo que les meta en la lucha, en Red Bull se frotan las manos viendo que nadie les tose de cerca. Si nadie lo remedia, y no tiene pinta, Vettel se alzará con su cuarto entorchado consecutivo.