El circuito más lento del Mundial, y el más glamuroso. La victoria en Mónaco da prestigio al piloto que copa el escalón más alto del podio. Los yates, el lujo… eclipsan por momentos la carrera. Un circuito urbano que pone a prueba a los pilotos, que se ven encerrados entre muros y no tienen la mínima escapatoria.
Las rectas apenas existen y, sin embargo, las curvas cerradas y el asfalto bacheado y sucio acompañan durante todo el recorrido. Hay que echarle mucho valor para lanzar los monoplazas a casi 300 kilómetros por hora entre las estrechas calles del Principado.
Casi todos los pilotos lo aseguran: ganar en Mónaco es algo especial, por su antigüedad y porque la posición hay que mantenerla palmo a palmo. Santa Devota, Casino Square, Mirabeau y La Rascasse son los nombres de las curvas cuya fama ha traspasado las fronteras de la Fórmula 1.
El año pasado Fernando Alonso terminó tercero en Montecarlo, por delante de Sebastian Vettel, gracias a una carrera muy táctica que se llevó Webber. Eso le colocó a frente de la clasificación del Mundial, aunque sólo a tres puntos del piloto alemán.
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